Ya tienes un estudiante de secundaria. Te sientas en un carro de la montaña rusa y comienza la subida lenta en el ingreso a primer año, después segundo año, luego empiezan las vueltas alocadas de la montaña rusa hacia el tercer año y, finalmente, llega el último. Estos cuatro años pasarán volando, así que sujétate fuerte.
Amo a los estudiantes de escuela secundaria. Principalmente porque su llegada pone fin al drama de la escuela intermedia. Puedes hablar, razonar con ellos y pueden ver la lógica de las cosas aunque sigan pensando que ya entienden todo. Al entrar por primera vez, los estudiantes comparten esa sensación de “¡Guau! Todo es importante, esto es serio realmente”. Y en verdad lo es. Es la primera vez que tienen que ponerse a pensar en los detalles de la graduación, un buen certificado analítico y la importancia de tener un alto rendimiento. Comienzan a pensar en lo que querrán hacer después de la secundaria. Esto los dirige hacia la vida real. Hacen todo esto mientras llevan una vida extracurricular y social. Por eso, para ser un estudiante de secundaria exitoso necesitará equilibrar los distintos aspectos de su vida.
Para los padres, los lazos que los unen a sus hijos pueden estar muy delgados hacia el final del último año. Los muchachos son cada vez más independientes. A veces, comienzan a manejar, tener citas y conseguir sus primeros trabajos. El tiempo en familia empieza a reducirse mientras la vida del adolescente viaja a velocidades altísimas. Se están lanzando hacia su futuro, y lo único que podemos hacer como padres es esperar lo mejor para sus vidas.
Aquí tienes una lista de supervivencia:
• Involúcrate. Casi todas las escuelas secundarias organizan reuniones para padres de estudiantes de primer año. Es una muy buena idea asistir y aprender todo lo que puedas. No tengas dudas de que tu hijo no te va a mantener al tanto. Asiste a charlas entre padres y maestros, y busca información de programas de estudios y asignaciones. Regístrate en el portal del sistema de administración, y mantente informado sobre el rendimiento de tu hijo en cada clase. Contacta a los maestros o al consejero estudiantil si tienes alguna pregunta. No supongas que, ahora que tu hijo está en la secundaria, puede resolver todo por sí solo. ¡Tu supervisión servirá para mantenerlo en el camino correcto y para que sepa que estás presente! Únete a la asociación de padres y entérate de lo que esté ocurriendo en la escuela. Asiste a eventos u ofrécete como voluntario en una comisión de la escuela. Debes estar conectado con la escuela para saber cómo va todo porque, una vez más, ¡es muy probable que tu hijo no te lo cuente!
• Elegir los cursos: escucha a los expertos. Una buena elección de cursos requiere cumplir con los requisitos de graduación del estado y del distrito, y tomar clases que se ajusten a sus habilidades. Es fundamental prestar atención a las recomendaciones de los maestros acerca de los niveles de los cursos. Es muy poco probable que un maestro se equivoque al recomendarle algo a un estudiante. Ellos trabajan con los estudiantes día tras día y saben cómo aprenden, completan las tareas y rinden en las evaluaciones. He escuchado a muchos padres decir: “pero yo sé que Johnny puede hacer esto” a la hora de evaluar un determinado nivel de curso. Mi respuesta inmediata es siempre la misma. “Coincido en que Johnny lo puede hacer, pero ¿lo hará?”. Esa es la pregunta del millón de dólares. Es necesario que los padres sean realistas y, al mismo tiempo, contenedores con sus hijos. Has estado observando a este niño por 14 años. Los hábitos están bien establecidos. Es poco probable que haga un cambio total en la escuela secundaria. Habla con el maestro anterior, con el consejero estudiantil y analiza los grados anteriores y sus hábitos. Recién ahí elige una especialización que extienda sus conocimientos, pero no te olvides que no son Gumby. Queremos que los niños enfrenten desafíos, pero que no se sientan abrumados y sofocados.
• Ayúdalo a equilibrar su vida académica, deportiva y social. Queremos que nuestros hijos sean estudiantes exitosos, tengan una conexión con la escuela, hagan amigos y actividades para divertirse, pero todo en su justa medida. Primero, la escuela es su trabajo y debería ser su prioridad. La elección de las clases y las notas serán fundamentales a la hora de seleccionar opciones después de la secundaria. Aún más importante es tener un horario y lugar establecidos para estudiar y hacer la tarea sin distracciones. Te diré una cosa sobre las tareas; algunas escuelas ya no evalúan las tareas con una calificación. Los niños dicen: “no la tienen en cuenta, ¿para qué la voy a hacer?”. Ese pensamiento les traerá problemas. La tarea les permite practicar las habilidades y conceptos enseñados en clase. Es mucho más prudente decir: “no lo entiendo” en una hoja de la tarea, y así podrá pedirle a la maestra que se lo explique al día siguiente, que decir “no lo entiendo” en una prueba o cuestionario. Sin importar si la tarea es evaluada o no, insiste para que tu hijo la haga. Después de todo, la práctica hace la perfección.
Si tu hijo practica deportes, va a clubes o hace otras actividades, ten en cuenta el tiempo que le llevan. Un salón de estudios durante una temporada deportiva puede convertirse en una bendición. Puede ocurrir que tú y tu familia necesiten modificar patrones para equilibrar el tiempo de estudio con las actividades. Presta atención a todas estas cosas desde un comienzo, no cuando la crisis ya esté instalada.
• Sé su padre, no un amigo. La escuela secundaria está rodeada de todo tipo de eventos sociales: juegos, bailes y fiestas de graduación. Habrá fiestas, cine y paseos. Establece expectativas razonables sobre cuántas noches quieres que tu hijo salga, y una hora para volver a casa. Supervisa con quién está, adónde va y qué hará. Te ganarás el mote de “sobreprotector”, pero está bien. Sé su padre, no un amigo. Todos los años en otoño y primavera, cuando llego al estacionamiento de la escuela veo carteles que dicen: “Reunión en tu morada, pérdida asegurada”. Esos carteles están dirigidos a los padres que quieren ser “geniales”. Estos son los padres que sirven alcohol en fiestas o no están presentes para supervisar. Algunos se defienden asegurando que se llevan las llaves, o que confían en sus hijos. Hablemos claro, gente. Darles alcohol a menores, te lleves las llaves o no, es ilegal en la mayoría de los estados. Si te descubren, estarás en problemas. Tan solo la responsabilidad es enorme. Nunca escuché a un padre decir: “bueno, los padres de cada uno me dieron permiso para que les sirviera alcohol en la fiesta”. Eso es porque la mayoría de los padres diría: “de ninguna manera”. ¿Y confías en tu hijo? ¿De verdad? ¿Confías en un adolescente de 14, 15, 16 o 17 años? Escucha, tengo un terreno inundado en venta que me gustaría que vieras. Un gran negocio.
Lo que cuento a continuación es una historia real. Mis hijos sabían que yo siempre llamaba a otros padres cuando querían ir a una fiesta o hacer algo con sus hijos. Quería asegurarme de que no iba a faltar la supervisión de un adulto. Mi ego estaba perfectamente bien aunque sabía que no era la mamá “genial”. Un día, mi hijo me preguntó si podía ir a una fiesta. Le dije que iba a llamar a los otros padres, y que le avisaría. Estoy segura de que no le causó ninguna gracia, pero no dijo nada. Llamé a la anfitriona y le pregunté si estaría presente en toda la fiesta. Oí que suspiró un instante y me dijo: “¡yo confío en mis hijos!”. Insistí hasta que obtuve la respuesta que buscaba. Sí, ella y su esposo estarían presentes en la fiesta. Mi hijo fue y cuando lo pasé a buscar lo encontré en el jardín jugando con otros amigos. Mientras volvíamos a casa, le pregunté cómo había estado la fiesta y recibí un “bien” como respuesta. Insistí un poco más y le pregunté por qué estaba en el jardín y no en la casa. Estuvo callado por un instante y luego soltó todo: “Mamá, alguien tenía un cuchillo en la fiesta, por eso preferí salir”. Tragándome la ira que estaba sintiendo, lo felicité por haber tenido el buen criterio de retirarse de esa situación. Luego le pregunté dónde estaban los padres. Estuvieron en la planta alta toda la noche. Me contó detalles de chicos tirando comida, latas de refrigerios y básicamente mostrando cero respeto por una casa ajena.
Sí, no fui la mamá “genial”, pero definitivamente fui mamá. Establecer con firmeza límites y conductas deseadas, exigir respeto y cortesía, y dejar que asuman las consecuencias naturales de sus errores son decisiones que sus hijos agradecerán. Este tipo de parámetros muestran que te preocupas y que valoras la salud, la seguridad y el bienestar de tu hijo. Podrán enojarse, pero no durará mucho tiempo, créeme. Y si dura más de la cuenta, tan solo espera a que tengan sus propios hijos. Te convertirás en la persona más inteligente del planeta.
• Infórmate, escucha y aprende sobre cómo planificar proyectos después del secundario. No temas buscar la ayuda de expertos. El principal objetivo de los padres es que sus hijos tengan una carrera que les permita solventarse y no necesiten volver a casa con ellos. Todos queremos que a nuestros hijos les vaya bien, estudien una carrera que les encante, y ganen el dinero suficiente para tener una independencia total. Los estudiantes tienen muchas opciones después de graduarse. Es importante apoyar sus sueños sin dejar de ser realistas. Aquí les doy algunos consejos:
1. Con la ayuda del consejero estudiantil, traza un plan de estudios de cinco años (cuatro años de secundaria y el primer año postsecundaria) que lleve a tu hijo a la opción que sueña para después de graduarse. Tener ese “mapa de ruta” puede ayudar a tu hijo a ser realista en sus planes, y también podrá motivarlo a concretarlos con éxito. No está gravado en piedra; es muy probable que todos los años haya que hacer ajustes a medida que cambian las ofertas de cursos o los objetivos. Pero tener ese mapa te asegurará que se cumplan los requisitos, y que la planificación siga su curso. También te permitirá tener una visión realista a la hora de evaluar cursos, calificaciones y objetivos.
2. Invita a tu hijo a buscar oportunidades de pasantías en sus áreas de interés. Estas oportunidades les ofrecen a los estudiantes valiosas conexiones con gente del área. Estos profesionales le pueden hablar de cursos y capacitación necesarios, calificaciones deseadas para acceder a determinados programas, características para triunfar en ese empleo, lo que les gusta/disgusta de su trabajo, salario inicial y condiciones laborales. Los jóvenes terminarán la pasantía con una de estas dos sensaciones: 1) Me encanta y quiero apostar por esta profesión, o 2) Fue divertido, pero no, gracias. Ambas representan datos esenciales. Es una prueba de realidad muy interesante que les transmite un experto en el área, y no los dejarán en una posición en la que les dicen que no saben nada. Además, podría evitar que la educación universitaria de tu hijo se convierta en el programa de exploración profesional más caro de la historia.
3. Habla con el consejero estudiantil acerca de cómo planificar sus estudios después del secundario. Infórmate de las fechas límite, familiarízate con los programas en línea que ofrecen búsquedas de universidades y de carreras, asiste a las reuniones sobre asesoramiento financiero. No esperes que tu hijo lleve esa información a casa; ve, haz tu propia tarea e infórmate. El consejero estudiantil puede guiarte acerca de qué programas podrían ser los mejores según los sueños de tu hijo. Ellos conocen las pruebas que se necesitan para ingresar, y los mejores momentos para rendirlas. Los consejeros son guías infalibles en el proceso de planificación postsecundaria. Son el mejor recurso y sus servicios no tienen costo.
• Si descubres que tu hijo tiene problemas a nivel académico, social, emocional o contra el abuso de sustancias u otro tipo de problemas graves, pide ayuda rápido. Cuando hay más independencia, llegan las tentaciones, y hay un montón dando vueltas. Es fundamental que observes a tu hijo y a sus amigos. Lleva un control de su desempeño académico. Presta atención si hay cambios en su comportamiento. No intentes justificarlo. Sé honesto. Muchísimos padres intentan ocultar los problemas de sus hijos. Suelen avisar a la escuela con bastante rapidez si hay un problema académico, pero no lo hacen con otras dificultades. No hay nada de qué avergonzarse si tu hijo está atravesando algún problema; no quiere decir que seas un mal padre. Significa que tu hijo está luchando contra una dificultad y necesita ayuda. Puede estar ahogándose, pero recuerda que estás rodeado de personal con salvavidas. Colabora con el consejero estudiantil; escucha sus sugerencias para brindar ayuda, deja que se ocupen del lado académico de las cosas, que sean consejeros objetivos para ti y para tu hijo, el lazo entre los profesionales externos y las escuelas. En estos momentos, los padres necesitan alguien en su rincón del cuadrilátero que pueda pensar en forma objetiva y desprovisto de emociones. Los consejeros no están para juzgar; están para ayudarte en un momento complicado. Como les he dicho a padres que estaban desesperados, me ofrezco a ocuparme del problema en la escuela mientras ellos toman la posta en casa. El solo hecho de saber que no tienen que ocuparse de todo es un gran alivio para la familia. Manténgannos informados y permítannos ayudarlos.
Podría escribir durante horas sobre la escuela secundaria, pero espero que estos consejos te ayuden a mantenerte conectado e informado en la transición a la graduación. Estos próximos cuatro años volarán, y luego llegará otra transición…
Este artículo es parte de una serie de textos que analizan cómo los padres pueden ayudar a sus hijos en las transiciones escolares. Lee otras publicaciones sobre el comienzo de la escuela primaria, la transición a la escuela intermedia y el ingreso en la universidad.